sábado, 10 de julio de 2010

El disparate de Ingrid Betancourt

Mientras que la Organización Internacional de Trabajo (O.I.T) declara: que en Colombia el porcentaje de jóvenes desempleados aumenta mes tras mes, que las condiciones de los trabajadores no se respetan, que la desaparición y el asesinato de sindicalistas está a la orden del día; también el Foro Permanente de Naciones Unidas para las Cuestiones Indígenas (Unpfii) emitió un informe en que describe las condiciones de miseria en la que viven hombres, mujeres y niños indígenas en Colombia señalando que se encuentran en total abandono por parte del Estado.
Todo ello a la señora Betancourt poco y nada al parecer le ha hecho efecto pues acaba de pedir al Estado la suma de 6.5 millones de dólares como indemnización por haber sido secuestrada. A Las penas que pudo haber pasado en cautiverio la Betancourt, al parecer, les puso un precio. Me pregunto por la moral de ciertos personajes públicos como este, si es que algo de dignidad le queda a esa mujer, hija de la Francia, que apenas terminó cautiverio cogió avión y se largó para su casa allá muy cerca de Champs-Élysées. Sin olvidar que paseó por media Europa también, recogiendo donaciones y tantas condecoraciones de cuanto verdaderamente hayan valido la pena, contando sus mil y un anécdotas de cautiva de las F.a.r.c.
Ingrid Betancourt, hija de la Francia y no de Colombia (pasaporte francés y residencia también) ahora pretende del Estado una suma tan exorbitante que causa indignación hasta de aquellos que detienen el poder en Bogotá.
Un poco más de respeto por los tantos desheredados, humillados, desaparecidos (estos últimos sin poder regresar ya) que trabajan por una nación sin lamentarse, tampoco resignados a su destino, pero sí con orgullo y con la dignidad en alto, esperando que algún día todas las facciones políticas de ese país determinen que es tiempo de cambiar.
En mi humilde opinión, la señora Betancourt, si tan colombiana se siente dentro y si algo de prestigio quiere recobrar después de tan semejante disparate, pues le recomendamos que regrese a Colombia a luchar por el fin de una guerra que demasiada sangre ha derramado, y por qué no también, para dar voz a aquellos que resisten las incoherencias de una política que sólo regala pobreza y miseria.